Ciudad Lucecita
Título: Ciudad Lucecita
Autor: Juan Pablo Rivera Machado
Categoría: Cuentos Para Adolescentes
En este sitio también encontrarás cuentos para adolescentes cortos como el que a continuación podrás leer. Se trata de una historia de reflexión sobre lo que sucede con varios jóvenes; muchas veces producto de su inmadurez y la mala influencia de cierta “podredumbre” que invade a nuestra sociedad.
En la fría cama del Hospital General de Ciudad Lucecita, se escuchan los gritos desgarradores de una mujer que está a punto de dar a luz. Entre llantos, gemidos y pujidos; el tiempo se hace eterno. El dolor de parto es sólo el principio de la carga emocional y física, que deberá llevar por el resto de su vida.
La luz del farol que pende de un arbotante, se traslapa entre las ventanas de aquel viejo y descuidado Centro de Salud. El nacimiento de un nuevo ser, de una pequeña masa de carne, huesos y sangre; está por concluir en aquella estancia.
La muchacha está sola, el médico pasante y las enfermeras tratan de solidarizarse con ella. Puede notarse por el escándalo, que la paciente en cuestión es primeriza. Otras mujeres en circunstancias iguales, tratan de inyectarle valor a la “heroína”; hija única y madre soltera.
Ni ella misma, sabe dónde se encuentra el padre de la “personita” que va a nacer. Probablemente, esté confinado en una cárcel, en algún nosocomio o tal vez remontado en la sierra. Quizá escondido en las zonas marginadas, huyendo de la justicia y de sus enemigos. O peor aún, desintegrándose en alguna fosa clandestina; sin descartar que su cuerpo pueda yacer a la intemperie.
Cuando conoció a Ramiro en aquella tardeada, quedó deslumbrada por él. Llegó a bordo de una pick up de lujo, último modelo, acompañado de dos personas más. Sus desplantes atrabancados, su forma de vestir, dar órdenes a sus acompañantes y sus expresiones groseras; le encantaron a Lupita. Quien a pesar de ser diez años menor, no le importó irse con el “caballero”, en cuanto éste se lo propuso.
Ramiro tenía un gusto exótico en el vestir. Gastaba bastante dinero en zapatos, pantalones y camisas de marca. Gustaba de visitar los mejores restaurantes y vacacionaba en centros turísticos VIP.
Se desvivía comprándole a su vez, todo lo que ella le pedía. Eso deslumbraba aún más a Guadalupe, estaba contenta de haberse ido con él. Pensaba que aquella felicidad sería para siempre; pero se equivocó.
A escasos meses de estar juntos, las ausencias de Ramiro se hicieron constantes. Hubo noches que no iba a dormir, argumentando que debía hacer trabajos especiales para el “patrón”. Convivir con la soledad se hizo una costumbre para Lupita.
Se las arreglaba sola con su embarazo, así transcurrieron los días hasta que dejó de recibir dinero y noticias de su amado. Los recibos de agua, luz y renta empezaron por asfixiarla; hasta que tomó la penosa decisión de regresar con su madre.
Con siete meses de embarazo, llegó la muchacha a lo que fuera su humilde hogar; sólo para encontrarse con un cuadro sumamente desolador. Su mamá estaba en cama muy enferma y al cuidado de una de sus tías, quien le reprochó amargamente el haberse marchado. La señora había perdido la capacidad del habla y no podía moverse; los médicos le daban pocas esperanzas de vida.
Y ahora, recostada en aquella cama helada, se encuentra Lupita. Sin ningún apoyo moral y económico, mortificada por un sinfín de remordimientos. Pero debe ser valiente, porque está dispuesta a tener su bebé. El dolor que se hace más intenso, corta de tajo sus recuerdos; transportándola de vuelta, a la no menos fría realidad.
Las cosas se complican: el sangrado es abundante; es necesario un milagro para que todo finalice correctamente. El corazón de la paciente late a un ritmo demasiado acelerado, tratando de bombear el poco líquido vital que aún viaja por las venas.
La mamá soltera puede sentir cómo se le desgarran sus entrañas. Es sólo una niña, que cumple ese mismo día sus quince años. Debiera estar en esos momentos, festejando el arribo a la “edad de las ilusiones”. Acompañada de su madre, familiares y amigos; bailando el vals con su chambelán. Dejándose llevar por el arrullo de la música y planeando qué estudiar para mejorar su futuro.
Pero no es así, ha cambiado todo con la premura de sus emociones; al dejarse llevar por la rebeldía. Seguir a sus instintos desenfrenados; sobre todo, el no escuchar las palabras de su madre y sus tías. Pues las creyó necias cuando le dijeron: «Hija, cuídate, lo primero es el estudio; escoge bien a tus amigos y no pienses en noviazgos».
Lupita respira una vez más; puja y empuja con tal fuerza, que parece que las venas de su cuello van a reventar. La preciosa bebita, suelta el llanto tratando de reincorporar los pulmones a su nuevo estilo de vivir.
El pasante en turno inhala y exhala una gran bocanada de aire. Las enfermeras y las demás pacientes se alegran y sonríen; sin siquiera percatarse, que Guadalupe yace inmóvil. Con su cara inexpresiva: la vista apagada y perdida; como mirando hacia el infinito. Ya es de mañana y afuera, el movimiento constante de autos y personas da vida a Ciudad Lucecita.
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