El Cuarto Escalafón: Villa Celeste
Capítulo I: Villa Celeste - El Cuarto Escalafón
Autor: Juan Pablo Rivera M.; D.R. © 2017
Categoría: Novelas Cortas de Aventura
La típica aureola de luz que rodea a las urbes, se dibujó a lo largo del horizonte; la ciudad estaba próxima, Paulino, miró el reloj del tablero del antiguo carro que manejaba y dio un respiro de alivio, estaba cansado pues llevaba ya más de 12 horas manejando sin parar y desde hacía ya, un buen tiempo, que el panorama a su alrededor se vestía solo de cardos, cactus y arena. La vida en este desierto no debe de ser tan buena como muchos dicen, solo algunos animales logran adaptarse y sobrevivir —Pensó.
Villa Celeste, estaba fincada en medio del desierto orientada hacia la salida del sol, casi 600 años atrás había sido fundada por misioneros y colonizadores europeos.
Era un pueblo que a pesar de la extracción desmedida de metales preciosos aún continuaba viviendo de la minería.
Paulino tomó la calle principal con dirección al oeste buscando un lugar para descansar, llegó a un hotel de paso, y se estacionó próximo a la oficina de recepción, bajó sus escasas pertenencias y se encaminó decidido a pasar la noche en aquel viejo hostal. Lo recibió un señor como de 65 años, calvo, de ojos azules, tez blanca, estatura por encima del promedio y que lucía un roído traje de granjero, tal como los que usan los menonitas.
—Buenas noches, ¿en qué puedo servirlo?, mi nombre es Jorge. —Lo saludó el recepcionista.
—Necesito una habitación sencilla con vista hacia la calle por favor. —Explicó el viajero.
—Muy bien, tenemos la habitación número 17 cuya ventana da a la Avenida Carpizo, le cuesta 250.00 pesos la noche. ¿A qué nombre registro su habitación? —Continuó el encargado.
—A nombre del Sr. Lavatt, por favor. —Mintió Paulino al tiempo que sacaba de un fajo de billetes, la suma correspondiente.
—Por favor no quiero llamadas al cuarto por ningún motivo, necesito descansar a plenitud sin ser molestado. —Agregó el visitante.
—Por supuesto, estamos para servirle Señor. ¿Se le ofrece algo más? —Inquirió Jorge entregándole la llave al ocupante.
—Por lo pronto es todo, gracias por su amabilidad. —Manifestó el arrendatario.
—Buenas noches y que descanse. —Se despidió el responsable en turno.
Paulino apenas pudo abrir la oxidada cerradura con la llave que le proporcionaron en el hotel, abrió la puerta al tiempo que las viejas bisagras emitían un estruendoso chirrido, acomodó su valija de lámina sobre la cama, botó las aldabas y sacó su ropa interior, al fondo relució una caja de color plateado, la tomó entre sus manos y la destapó lentamente.
Se quedó observando como poseído el contenido de aquel pequeño cofre. Había 4 piezas; un revólver calibre .38 de cañón largo, marca Smith & Wesson, con cachas de nácar finamente tallado, una caja de 50 cartuchos útiles manufacturados por Remington, un rosario de madera y una postal con la fotografía de una bella jovencita.
Paulino cerró el baúl, y lo dejó en el buró junto a la cama, reordenó el contenido sobrante en la maleta y se tendió sobre el colchón mirando fijamente, extraviado, como tratando de contar los giros de aquel ventilador de techo, se dejó llevar por el suave arrullo de los grillos hasta que se quedó dormido aprisionando en su pecho, una especie de medalla ovalada que llevaba siempre consigo.
Continuará...
Si te gustan las novelas cortas de aventura y quieres continuar leyendo el Capítulo II de El Cuarto Escalafón entonces no olvides regresar a nuestro sitio para leerlo, próximamente conocerás más sobre la historia de Paulino que nos develará nuevos e interesantes sucesos.
-
-
A que paulino nomas se durmió y le valió lo demás jajja.excelente viejo buena novel.pero me quede con. El pendiente de que hizo con ese revolver paulino.jajja
Deja una respuesta
Miy bien amigo.. Me quedé picada jaja