El Último Par
Título: El Último Par
Autor: Juan Pablo Rivera Machado; D.R. © 2018
Categoría: Cuentos del Medio Ambiente
Esta lectura es una historia que se aborda a manera de cuento y pretende despertar en el lector la conciencia sobre los grandes problemas ecológicos que tienen como autor principal a la mano del hombre. Esperamos que este relato, nos haga reflexionar del gran daño que se le está haciendo al medio ambiente, ojalá que lo disfruten e intentemos poner de nuestra parte para evitar lo que se cuenta en la siguiente narración.
Como cada primavera aparecen revoloteando alegremente una pareja de cardenales. El macho luce el espectacular color rojo de su plumaje y la hembra muestra su imponente agilidad para sobrevolar entre los arbustos.
Este par es de los pocos o de los últimos que habitan en la periferia de la Ciudad, han sobrevivido juntos algunos inviernos; pero sobre todo han sido capaces de evadir la mano rapaz de las personas.
El animalito de rojo recuerda cuando el bosquecito hace algunos años era más extenso, había menos pavimento, no arreciaba tanto el calor y en lugar de maizales había árboles en los que él y su compañera podían ocultarse y hacer sus cómodos nidos, pero cuando llegaron esos humeantes y ruidosos “gigantes” de hierro movidos por el hombre todo cambio.
Sin medir las consecuencias, destruyeron todo a su paso acabando con su hábitat y el de todos sus hermanos del reino animal. Ellos y unos cuantos más, son los únicos que soportaron los inclementes arrebatos de una podrida sociedad dispuesta a comerse entero el planeta con tal de obtener satisfactores, ahora, sobreviven gracias a sus capacidades de adaptación.
La tierra que se cree fértil es todo lo contrario, constantemente se derraman sobre ella componentes químicos para que las semillas (transgénicas en muchos casos), germinen y las plantas crezcan grandes, fuertes y por consiguiente, se obtenga de ellas el fruto que les permita a sus dueños generar mayores ingresos.
Ya nada es igual, esos baños líquidos acabaron con uno de los principales insectos que generan una sana cadena o trama: las abejas. Según han escuchado las dos avecillas, un grupo de ingenieros asegura que la polinización no es necesaria para la perpetuidad de las especies del entorno vegetal ya que cualquier proceso puede ser desarrollado con éxito dentro de los laboratorios depuestos para ello.
Sin embargo, los últimos 30 años han sido catastróficos, por todos lados se habla de un calentamiento global, de una creciente contaminación y devastación forestal.
El “dúo volador” no entiende mucho qué sucede, la madre naturaleza los puso en este sitio y para ellos vivir es toda una alegría que transmiten con cantos y vuelos sumamente coloridos; que contrastan con el paisaje grisáceo creado por la mano del hombre.
Los dos pequeños soportarán las altas temperaturas y las lluvias ácidas del verano, disfrutarán de lo nostálgico del otoño y cuando llegue el invierno tratarán de levantar el vuelo hacia las regiones cálidas que se encuentran un tanto lejos de la zona conurbana; pero por ahora, en primavera ofrecen a quienes gustan de observar las aves, la esperanza de una mejor vida dentro de un planeta cada vez más despedazado por nuestra codicia.
Tal vez haya llegado el momento de medir realmente el impacto ambiental, pero de manera clara y objetiva. Que sea la victima del consumismo quien determine el grado en que cada cosa que compra, sustituye o reemplaza, contamina el planeta.
Una mecánica lógica podría darse mediante la creación de una planilla de colores, que indique el grado de destrucción que cada artículo le ocasiona al planeta por el sólo hecho de ponerse a la venta.
Esto podría quedar más o menos así:
Como daños mínimos pudiéramos considerar entre otros: los productos agrícolas orgánicos donde no se alteran los ecosistemas ni se atenta contra las especies autóctonas, la acuacultura, la fruticultura sustentada en controles bio-reguladores.
Dentro del semáforo amarillo, podrían considerarse los productos con procesos muy primarios como alimentos preparados y envasados sin demasiados conservadores, ni empaques altamente contaminantes, elaboración de muebles con materiales reciclados.
El espantoso color naranja, puede aplicarse a la elaboración de muebles de maderas estándar, la creación de productos plásticos, alimentos sumamente elaborados, agroquímicos, fertilizantes artificiales, etc.
Y por último el rojo para señalar a los que más destruyen al planeta: elaboración de aparatos electrónicos, pilas, fabricación de maquinaria, automóviles, minería, muebles de maderas finas, pinturas, joyería, ropa de pieles exóticas, etc.
Cada uno de nosotros debiéramos de ser capaces de identificar y clasificar por nuestra cuenta aquellos productos que más demeritan nuestro entorno. De nada sirven las cumbres mundiales que sólo reconocen el problema; pero que no lo atacan.
Tenemos que crear conciencia, que la acumulación de riquezas y el consumismo desmedido de lujos y comodidades, está destruyendo el hábitat de todos; porque de lo contrario, dentro de poco estaremos dando por cierta la historia de “El Ultimo Par”.
FIN
Es posible que después de conocer este cuento ecológico corto, seas más consciente del daño que le ha ocasionado la humanidad a la naturaleza, esperamos que te haya gustado este relato y te invitamos a leer otras historias sobre el medio ambiente que hemos publicado en este sitio.
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