En mi sueño miré que te arrancaban de mí

Título: En mi sueño miré que te arrancaban de mí
Autor: José Manuel Busso; D.R. © 2013-2017
Categoría: Historia de Amor Triste
La historia de amor triste que a continuación ofrecemos es un cuento corto que quizá tenga bastante similitud con algunos hechos que suelen pasar en la vida real. Ojalá sea de su agrado.
Katy dormía placenteramente, estaba atrapada en un hermoso sueño y lo menos que deseaba era salir de él. Se encontraba ante el altar aceptando por compañero de toda la vida a su amado Gustavo.
Todo era tan maravilloso, su rostro al dormir no podía ocultar que algo bello sucedía en esa dimensión; de pronto algo pasó en su ensoñación que la hizo despertar sobresaltada.
Se recargó en el respaldo de la cama y comenzó a sollozar, las lágrimas se asomaron a sus ojos y el gimoteo se transformó en llanto. Trató de controlarse; pero sin proponérselo despertó a su hermana Dania, quien al darse cuenta de que lloraba se levantó y se dirigió a ella para saber qué le sucedía, calmarla y mimarla.
—Hermanita, ¿qué pasa, por qué lloras? —preguntó Dania con preocupación.
—Estaba soñando lindísimo, soñé que me casaba y… lo demás no quiero contártelo, porque dicen que los sueños se hacen realidad, es mejor olvidar ese final tan desagradable que me hizo despertar.
—Si bonita, creo que es normal que sueñes con tu boda, pues precisamente hoy es el gran día de tu matrimonio, tal vez estés nerviosa y por eso se metan “locuritas” en tu cabecita Katy.
—Tienes razón Dany, de verdad que me siento mejor; fíjate… a pesar de que aún eres una chiquilla, piensas como adulto. Eres una niña grande y te quiero mucho hermanita; ten por seguro que aunque me case vendré a visitarte seguido para jugar como lo hemos venido haciendo desde pequeñas.
—Conste eh, si no lo cumples me iré a meter entre tú y Gustavo en su cama, así es que no creo que te guste la idea. ¡No te creas, es broma; sonríe y tratemos de dormir un poco más que hoy nos espera un gran día!
—Trataré Dany, más no te lo prometo…
Se quedaron dormidas y la nueva luz del día se hizo presente, de pronto apareció la mamá de las jovencitas y les dijo:
—¡Hijas de mi vida, levántense que ya es tarde!
—¡Si mami! —se escuchó por parte de las muchachas y de inmediato se pararon para luego abandonar la cama.
Ese día había llegado; varia gente de aquel poblado de México hablaba del suceso con gran entusiasmo. Habría una boda, por lo que los habitantes del pueblo y lugares aledaños sabían que no podían faltar a tan esperado evento.
Mientras tanto en un grupo de lugareños que tomaba el sol al pie de una tapia vieja se comentaba lo siguiente:
—En estos ranchos ya es raro que las personas se casen por la iglesia; sólo nos robamos a las muchachas sin que hagamos “pachanga” —dijo uno de ellos soltando una risotada.
—¡Hay que ir o qué compas! —expresó otro, mostrándose algo emocionado.
—¡Si camarada, no hay que perdérsela!, Además dicen que van a traer buenos músicos y habrá bastante comida —terminó diciendo el “informado” amigo.
Así transcurrió parte del día y todo parecía normal, la campana en la pequeña iglesia avisaba que era el momento de acudir al enlace matrimonial de Katy y Tavo. La gente fue testigo del juramento de amor de aquella pareja que con aplausos y puños de arroz se les demostraba el cariño deseándoles lo mejor en la nueva etapa de sus vidas.
— Por fin soy tu mujer mi amor, sabes tuve miedo de que algo raro sucediera; pero gracias a Dios todo va por buen camino. ¡Te Amo Tavo!
—¡Yo también nena! —contestó el desposado.
El par de enamorados subió a una adornada furgoneta para transitar las escasas calles del pueblo. Era tradición que luego de casarse; la pareja debía subir a un vehículo para que después quienes quisieran los acompañaran en el recorrido emitiendo sonidos con el claxon de sus carros o camionetas; como avisando a los habitantes del lugar que había recién casados y que los festejos acostumbrados debían continuar.
En el domicilio de la novia se colocaron carpas, mesas y sillas para que la gente del poblado acudiera a la comida para degustar barbacoa de res, arroz rojo, frijoles con queso, y refrescos.
Así se estilaba el festejo de las bodas en los pueblos; a las personas “más pudientes y allegadas a la familia” los anfitriones con gran amabilidad les llevaban de lo mejor, incluso bebidas de alcohol para que pasaran un rato agradable.
En un extremo, el staff del grupo musical hacía su trabajo, acomodaba el equipo de sonido y parecía que iba a ser una velada de diversión grandiosa. La comida había terminado y la gente se retiraba a sus hogares para prepararse para el baile que se llevaría a cabo más noche.
Fue transcurriendo parte de la tarde, pero la fiesta parecía tomar otro rumbo. Se podía mirar a bastantes hombres consumiendo bebidas embriagantes. En el evento se sentía algo extraño ya que en lugares aledaños de la casa enfiestada se veían a grupos de borrachos con discusiones algo acaloradas. Sin embargo hasta ese momento todo marchaba bien, pues las personas que tenían tal comportamiento se mantenían al margen de hacer algo indebido que pudiera echar a perder el gran baile que se esperaba.
Por fin los músicos se arrancaron y los novios se acercaron al centro de la pista dispuestos a disfrutar de su fiesta. Ese momento soñado por ellos había llegado y abrazados comenzaron a moverse al ritmo del vals como se acostumbraba.
Después de ello, varias parejas de baile se fueron formando. Era fácil notar la presencia de varias muchachas de diferentes rancherías vecinas que decidieron asistir al fandango con la intención de divertirse a lo grande.
Le dijo Tavo a su esposa:
—¡Todo está saliendo muy bien mi reina! Nos iremos de Luna de Miel a Mazatlán. ¿Qué te parece? Pero me gustaría que nos fuéramos hasta pasado mañana, pues como sabes; el domingo nuestro caballo tiene un compromiso muy importante en las carreras de mi pueblo.
—¡Está bien mi amor!... ¡Soy tuya y ahorita es lo único que me importa! —contestó Katy, con ternura.
Los “tortolitos” se besaron y siguieron bailando muy enamorados.
Pasaba la media noche y todo era tan bonito que la pareja disfrutaba de aquel gran momento. De pronto se escuchó un disparo muy cerca de los músicos; la gente asustada y sin saber que pasaba corrió a resguardarse del peligro
Ahí yacía un cuerpo al parecer sin vida; sin embargo la pesadilla aún no terminaba. A otro hombre se le pudo mirar que se dirigía corriendo hacia una camioneta y al regresar ya tenía un rifle en su poder.
Era el hermano de la persona tendida en el suelo; pero cuando se disponía a “venadear” al asesino se vio sorprendido por éste, quien con gran rapidez y de forma decidida escupió con su arma fuego mortal hacia el desventurado individuo, que aún incrédulo sentía como una bala desgarraba su pecho.
El matón con osadía y frialdad se acercó a los “desgraciados” y todavía los remató dándoles el tiro de gracia. Se escucharon gritos de todas partes; pero nadie se atrevió a enfrentarlo; luego de ello se perdió entre las sombras de la oscuridad.
La gente se retiró asustada a sus hogares, los músicos pararon y los recién casados y familiares entraron también a casa. De inmediato se propagó el silencio quedando tan sólo una noche sombría que era testigo de cómo aquellos desafortunados hombres habían sido sorprendidos por la muerte.
Katy terriblemente triste, llorando sin poder controlarse repetía:
—¡Que horrible pesadilla!, ¡Qué horrible pesadilla!;
La familia junto con su esposo trataron de controlarla, hasta que se quedó dormida.
El pueblo amaneció de luto y los familiares de los difuntos con gran dolor recogieron los cuerpos. La fiesta de Katy y Tavo había quedado manchada de sangre. Enfrente de la casa de la novia se colocaron dos cruces por aquella tragedia.
Un día después, era un domingo y la pareja se dirigía rumbo a la localidad de donde era originario Tavo para presenciar la carrera de su caballo. Tendrían que recorrer aproximadamente 26 Km para llegar a ese lugar. Luego de media hora ya se encontraban en la camioneta paseando por las calles de aquel poblado que se notaba algo enfiestado.
Le dijo Katy a su esposo:
—¡Amor, tengo sed! ¿Quieres que te traiga un refresco?
— ¡Si linda, ahí te alcanzo; deja me estaciono!
La muchacha descendió del vehículo para luego dirigirse a la tienda y su marido se dispuso acomodar la camioneta. Frente a ésta se encontraba un hombre y parecía no tener la intención de moverse de aquel lugar
Entonces se le ocurrió a Tavo tocar el claxon para llamar la atención de éste y luego con tranquilidad le pidió algo:
—¡Amigo deme chance por favor!
Aquel tipo se dio medio vuelta y con una cara de pocos amigos se dirigió al recién casado, sacó una pistola y sin decir más, a quemarropa soltó dos tiros directamente al pecho de Gustavo.
Katy al escuchar aquellos disparos y evidentemente preocupada salió corriendo en busca de su amado; fue demasiado tarde, ahí estaba ya su esposo muerto.
— ¡Mi Amor, no me dejes; llévame contigo!, ¡No te vayas, sin ti ya no me importa nada! —imploraba con gran dolor.
Lloraba desconsolada y gritaba: —¡En mi sueño miré que te arrancaban de mí! ¡Y… Se cumplió ese maldito sueño!
Evidentemente dolida por la situación abrazó a su gran amor, palideció y terminó por desmayarse.
No se supo bien qué pasó, aún la gente no se puede explicar por qué a esa pareja de enamorados en tan poco tiempo los alcanzaron dos tragedias. Cuentan que aún Katy, después de varios años desde aquellos terribles sucesos; sigue atrapada en la tristeza y los recuerdos.
Se fue a vivir a la ciudad con una tía para tratar de olvidar, sin embargo no ha podido lograrlo. Hay muchachos que intentan acercarse a ella, pero no consiguen apartarle a Tavo de su mente.
Se siente culpable de haber tenido aquel horrible sueño, parece que vive en otro mundo, lo único que le importa es recordar aquellos momentos tan lindos que disfrutó con su único y verdadero amor.
Si has disfrutado de esta historia de amor triste y te gustaría conocer otros cuentos de amor cortos; entonces te invitamos a que sigas leyendo en nuestro blog con lo que quizá tus sensaciones estarán más a flor de piel.
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