La niña que quise en silencio
Título: La niña que quise en silencio
Autor: José Manuel Busso; D.R. © 2013-2017
Categoría: Historia de Amor Imposible
Uno de los objetivos de este sitio es publicar relatos y cuentos cortos de variadas temáticas aptos para diferentes públicos. En esta ocasión ofrecemos una historia de amor imposible la cual fue vivida por un joven empeñoso y trabajador al que le daremos un nombre ficticio, todo esto; para respetar enteramente su privacidad.
Esa vez estaba decidido a empezar a madurar, tenía años dándome cuenta que mis padres hacían demasiado esfuerzo para darnos estudio a Laura y a mí. Mi hermana, seguía siendo una niña mimada a pesar de sus 14 años y no se le veían ganas de reaccionar; sin embargo por mi parte tomé la firme decisión de aligerarle “la carga” a mis papás; quería ayudarles con algo, por lo menos ese día tenía esa actitud.
Al despertar me dije: « Tienes que conseguir algún trabajo en estas vacaciones Israel; es hora de que te decidas y alivianes el peso a tus padres ». Ellos habían llegado recién casados a la ciudad; pues mi papá antes de tomar por compañera a mi mamá ya trabajaba aquí y luego de “robársela” allá en el rancho se la trajo a vivir con él para acá.
Mi viejo, trabajaba en los ladrillos donde además de “ensuciarse” con tierra y otras cosas al hacerlos, también se encargaba de entregarlos a diferentes comercios que así lo solicitaban. Mi mamá sabía confeccionar costuras con la máquina y a veces les hacía algunos trabajos a las vecinas que requerían el servicio.
Estaba tan pensativo cuando de pronto escuché la voz de mi madre.
—¡Ándale hijo ya báñate, que se te hará tarde para irte a la escuela! —Me dijo.
—¡Si mamá ya voy! —Le respondí mientras acababa de ducharme.
Salí del baño y terminé de alistarme para luego dirigirme a la cocina donde mi mamita ya me tenía listo el desayuno. Volví a sentir la necesidad de ser productivo, al mirar el esfuerzo de mis padres y expresé lo siguiente.
—¡Sabes Amá!, Quiero trabajar en estas vacaciones, espero me den permiso de hacerlo; ahí le comentas a papá a ver qué dice. Ojalá que no tengan algún inconveniente en esta decisión. —Le dije, mostrándome muy decidido.
—¡Está bien mijo!, ya eres un hombrecito, sólo te encargamos que el trabajo que busques sea adecuado para ti y sobre todo seguro. —Se limitó a decirme.
—Ya traigo mi plan Mami, por lo que en cuanto se me haga ya se los contaré. —Finalicé diciéndole para tranquilizarla.
Terminé de desayunar, me despedí de mi madre y salí muy contento hacia la escuela; tomé el camión y en menos de 15 minutos ya estaba en la prepa. Realmente quedaban muy pocos días de clase; yo cursaba el segundo semestre y el ciclo estaba por concluir.
El ambiente de “cotorreo y relajo” se respiraba. En ese semestre por la dedicación que le había puesto al estudio logré pasar todas mis materias sin problema alguno, por lo que el segundo año de preparatoria ya me esperaba.
El panorama era muy diferente para los chavos que no se habían “puesto las pilas” en el período normal, por lo que varios de ellos acudían a mirar su situación y se notaban algo estresados ya que debían presentar exámenes globales para salir bien librados y así poder continuar hacia el siguiente ciclo escolar.
Ese día, realmente había ido para confirmar mi situación académica y a decir verdad tenía cierta seguridad que todo andaba bien. Me acerqué a mirar la lista de calificaciones y pronto pude darme cuenta que todo era como esperaba y me dije: « Ahora sí, después de esto, tengo que hacer algo en estas vacaciones, por lo menos para cooperar para útiles escolares y si se puede para algo más ».
Estaba ensimismado cuando miré que Julio se acercaba a mirar sus notas y fue evidente que algo malo pasaba pues con enfado se retiró del lugar. Conocía a ese chavo y era de “lana”, su familia tenía una ferretería algo grande; sabía de él porque conmigo no era mala persona; es cierto que no éramos grandes amigos, pero nos hablábamos bien; aparte conocía a su papá, pues en alguna ocasión acompañé al mío a entregarles ladrillos en su negocio.
—Precisamente a ti quería verte Julio. —Le dije dirigiéndome hacia él.
—¿Y eso?. —Cuestionó mostrándose sorprendido.
—¿Para qué me necesitas?... Mi buen Israel —Preguntó con extrañeza.
—¿Qué posibilidades hay de trabajar en estas vacaciones en el negocio de ustedes? La verdad necesito dinero; sería de mucha ayuda si me recomiendas con tu papá. —Le dije.
Julio dibujó una sonrisa y después de pensarlo respondió.
—No te preocupes, preséntate en la ferretería, yo hablo con mi “Jefe”, sé que aceptará darte el empleo, pues creo que conoce a tu papá, incluso a ti también y sabe que son gente trabajadora y responsable.
Sin embargo pude mirar, que ese chico seguía preocupado por su situación académica y de pronto miré que volvía hacia mí para expresarme algo.
—Por cierto; yo también quiero que me ayudes. —Me dijo.
—¡Si se puede, con todo gusto!. —Le respondí mostrándome agradecido.
—Por ahí traigo una materia pendiente de aprobar y no tengo los apuntes completos. Ojalá que tú puedas pasarme unas copias de tus notas. —Expuso aquel muchacho.
—Claro que sí; pero están en mi casa y pues ¿Cómo le haríamos? —Pregunté esperando alguna sugerencia.
—Vamos por ellos en mi carro. —Dijo él—.
Así lo hicimos, fuimos rumbo a su coche y subimos en él para ir en busca de los apuntes que lo ayudarían a salvar el semestre.
Durante el camino pude darme cuenta que mi compañero de clase era agradable y sencillo a pesar de ser de familia rica. Llegamos a nuestro destino, le entregué las notas y después de sacar las copias se subió a su auto, pero antes de irse me dijo:
—¡Preséntate el próximo Lunes a trabajar; yo hablaré con mi papá, estoy seguro que no habrá ningún problema!
Arrancó su inconfundible carrazo azul y se alejó perdiéndose a la distancia. Estaba muy contento, ya tenía empleo; les comenté a mis padres del acontecimiento y dieron su autorización para presentarme a laborar en la ferretería.
Terminaba junio e iniciaría el mes de julio trabajando; por lo menos dos meses muy buenos que serían de gran ayuda en los planes para apoyar a mi familia. Llegué al comercio antes de las 9:00 am y todo fue como dijo el hijo del dueño, me recibieron de buena manera.
Me indicaron cual sería la función que tendría que desempeñar en el establecimiento y a decir verdad no era pesado lo que tenía que hacer; más bien era como apoyo en la venta de mostrador. Pude darme cuenta que por ser menor de edad habían decidido ocuparme en labores de poco esfuerzo físico y sentí un gran agradecimiento por Julio y su familia por tenerme esa consideración.
Para corresponder a esos buenos tratos decidí realizar las actividades con empeño; pues sería una gran experiencia para mí con la que podría ganar por primera vez dinero y además aprendería nuevas cosas.
Pasaron tres días desde que había llegado a trabajar, cuando al mirar hacia fuera del establecimiento me fijé que pasaba una “Niña” muy linda, su cabello lacio castaño claro seguía el ritmo de su caminar. De pronto ella volteó hacia dentro y pude darme cuenta de su mirada angelical.
Me pareció que sus ojos eran color miel, pero lo que si estoy seguro es que al verlos quedé “encantado”; sus cejas pobladas y bien delineadas se veían hermosas contrastando con su piel blanca y suave.
La seguí con la mirada y de repente en un descuido se perdió; no supe más de ella. Confieso que sentí que el corazón se iba a salir y un gran vacío en mi estómago se hacía presente.
Pasaron los días y en mi mente seguía esa criatura, no lograba desprender su imagen; mientras podía miraba a la calle con la esperanza de que apareciera y nada. A la segunda semana de trabajar casi casi me “olvidaba” de ella cuando de pronto observé que iba pasando de nuevo y volvió a voltear.
Estoy seguro que me vio y al sentir su linda mirada estuve a punto de “derretirme” de emoción, me di cuenta que estaba enamorándome de aquella chica, volví a seguirla con mis ojos y descubrí que había dado vuelta a la derecha del negocio.
Me sentí tan ilusionado y con ganas de saber de ella otra vez, quería pensar que luego la volvería a ver. Pasaron algunos días y de nuevo apareció en escena. Como siempre, sus ojos volvieron a verme; era la tercera ocasión que pasaba y yo sin poder mirarla más de cerca.
Todo ello me inquietaba, tenía enormes deseos de pedir permiso en la siguiente ocasión y seguirla; tomar valor para hablarle y conocer más de ella. Luego de transcurrir un par de días; por cuarta vez se hizo presente y pasó lo mismo, después de ver sus lindos ojos terminó por seguir el camino de siempre.
Llegué a preguntarme si viviría por ahí cerca de la ferretería, quizá en la parte de atrás, pues siempre daba vuelta a la derecha del negocio y ahí se perdía. Había varias cosas más que quería saber y me propuse que en la siguiente ocasión tenía que acercarme a ella.
Ya no podía aguantar esa situación; quería saber su nombre, escuchar su voz, ver sus ojos y labios de cerca. Así que cuando apareciera de nuevo sería mi oportunidad para terminar con esa incertidumbre. Sabía yo, que ya la quería, era rara la forma; pero la primera vez que me miró se adueñó de mi tranquilidad y la ilusión por saber de ella crecía cada día más.
Esa tarde llegó, serían como las 5 de la tarde, faltaba muy poco para salir del trabajo y la miré tan preciosa, llevaba una blusa azul cielo de tirantes, un short blanco y unos huaraches grises, todo esto se debía al gran calor de la temporada. Su cabello hermoso en colita de caballo, en el que llevaba una diadema color celeste; estaba tan linda y dirigió su mirada de nuevo hacia mí como invitándome a ir tras de ella.
Lo único que se me ocurrió decirle a mi compañero de trabajo fue que iba por unos helados por el tremendo calor que hacía y salí apresurado en busca de esa niña que me había robado todo mi interior.
La seguí dispuesto a todo y se desvió a la derecha como de costumbre. Iba tan animado a confesarle mis sentimientos, cuando de pronto lo que miré hizo a mi corazón “romperse” en pedazos; sentí impotencia y tristeza al ver aquella escena. La muchacha dueña de mis pensamientos, se subía a un carro azul; reaccioné y sólo murmuré con tristeza y desilusión: « ¡Qué suerte la de Julio! ».
Regresé al trabajo y después de decirle a mi compañero que estaba cerrada la nevería con cierta desesperación le pregunté.
—¿Por cierto, dónde vive el dueño de la ferretería? —Mis palabras se acompañaban de una evidente melancolía.
—¿A poco no sabes?... Pues en la parte de atrás de este negocio está su casa. —Contestó.
Aquella respuesta terminó por situarme en la cruda realidad, me di cuenta que había sido un iluso al soñar despierto; sentí pena por mí; pues era una historia de amor imposible la que quería vivir. Quedé algo triste y pensativo; entonces comprendí el por qué la joven de quien me ilusioné siempre miró hacia el interior de la ferretería. No era a mí, era al negocio de su novio y cuando ella doblaba a la derecha es que se iba a encontrar con Julio.
Pasaron los días y me fue difícil cumplir con los dos meses de trabajo durante esas vacaciones, pero tuve que sobreponerme y lo logré. Mi corazón aún no ha sanado del todo, creo que en el siguiente período de descanso escolar buscaré un empleo en otra parte, pues no quiero regresar al lugar que me recuerde a La niña que quise en silencio.
Si has vivido alguna historia de amor imposible o te ha pasado algo parecido deseamos que ya la hayas superado, quizá la quieras compartir en nuestro sitio o bien si deseas seguir leyendo más relatos de amor cortos te exhortamos a que regreses a esta web e invites a tus amigos a visitarla.
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