Una Palada Más

Historia Para Reflexionar - Una Palada Más

Título: Una Palada Más

Autor: Pablo Aldana; D.R. © 2013-2017

Categoría: Historia Para Reflexionar

El relato corto que a continuación se expone es una historia para reflexionar que está basada en hechos reales, los cuales se suscitaron en Sinaloa, México. Sin decir más, aquí lo dejamos para su lectura; esperando sea de su agrado.

El rancho de donde soy, vive de la agricultura, algunos son los que se encargan de capitalizar con dinero los surcos y otros los que rentan su mano de obra; entre ambos, dan vida a la tierra para convertirla en una zona altamente productiva.

Por aquellos años yo cursaba el segundo grado de secundaria. Recuerdo perfectamente que me sentía mucho más relajado porque ya no me consideraba de nuevo ingreso, ahora creía que podía “comérmelas ardiendo” como dicen en mi rancho.

Bajo este equivocado pensamiento, me dispuse a pasármela bien echando relajo. La popularidad erróneamente siempre es mayor en aquellos jovencitos que son más aventados y más atrevidos; los más serios, simplemente son parte del “común de los mortales” y yo quería ser popular entre las niñas.

Mi mala conducta brincó las paredes y las bardas de mi escuela y tocó con mucha fuerza las puertas de mi casa manifestándose por mi falta evidente de responsabilidad.

Una Palada Más es una historia para reflexionar escrita por Pablo Aldana, la cual nos llevará a realizar un autoanálisis que nos podría ser de gran ayuda. Ha sido modificada ligeramente con el propósito de tener una amena lectura en línea.

 

Las prolongadas ausencias en mi hogar y las tareas resueltas a medias y hasta altas horas de la noche fueron en un principio solapadas por mi madre. Siempre le suplicaba que no le comentara nada a mi padre y le aseguraba que no volvería a repetir mis faltas pero tomé de aliado al tiempo para continuar incrementando mi desviada conducta.

Fue un día de septiembre aproximadamente a las 4:00 de la mañana cuando sentí como una mano movía mi catre (cama de lona y madera de uso común en las comunidades rurales) y a la vez insistía en que me levantara. Era mi padre que me dijo: —Hoy no vas a la escuela, te irás conmigo al campo para que me ayudes—.

Ya en muchas ocasiones le había ayudado a ciertas actividades que no requerían grandes esfuerzos pero esta vez, me esperaba algo diferente. Llegamos a la parcela clareando el día, tocaba regar 5 hectáreas de maíz. Mi padre me encomendó el riego de varios surcos: —Hoy de aquí para allá te harás responsable, cuida que el agua no inunde las plantas porque se echaran a perder—.

El agua fluyó rápidamente de entre el canal, apenas si podía controlarla. Las venas de mis brazos parecían reventar por el esfuerzo en cada palada de aluvión (mezcla de arena y arcilla). A lo lejos escuchaba una voz que insistía —“Una palada más… apresúrate”—. Mi esfuerzo fue en vano y el agua rompió los “tapos” de tierra que había construido inundando rápidamente algunos surcos fue entonces cuando llego mi padre prácticamente a rescatarme.

Aquel cuadro se repitió durante todo el día, el sol cercenaba mi piel provocándome una sudoración excesiva. Terminé tendido en medio del canal de riego, boca arriba tratando de calmar el calor y el cansancio que sentía, no podía mover un solo músculo. Di gracias a Dios que el riego había terminado, ya estaba cayendo el sol.

De regreso mi padre y yo caminamos en silencio entre las guardarrayas a lo lejos miré la figura difusa de mi madre que nos esperaba impaciente. A escasos 80 metros de llegar a casa mi padre me preguntó que si quería continuar trabajando con él en el campo o seguir mi escuela. La respuesta fue obvia, mi padre me palmeó en la espalda al tiempo que comentaba en voz muy baja: «Pensé que eso dirías».

Estoy agradecido con la gente que trabaja en el campo y que con el sudor de su frente engrandecen este país. Dios y mis padres me dieron la oportunidad de poder estudiar, si ese es tu caso no desperdicies tu tiempo ponle mucho empeño a lo que haces en la escuela.

Mensaje Para Reflexionar:

Mi padre ya no está conmigo sin embargo, cuando emprendo algo y me siento desfallecer, cierro los ojos y veo la figura de él que me dice: “Una palada más” entonces, le pongo todas las ganas del mundo a las cosas que tengo pendientes por hacer.

Si te gustó esta historia para reflexionar y ayudó a tener más claridad sobre lo que estás haciendo en la vida, te invitamos a seguir visitando nuestro sitio donde podrás leer más relatos y cuentos con valores.

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